28/03/2022 Comments are off admin

LA ASOCIACIÓN ANDALUZA DE DISLEXIA EN EL PARLAMENTO DE ANDALUCÍA

El 27 de octubre la Asociación Andaluza de Dislexia ha participado en el “Grupo de trabajo sobre convergencia educativa en Andalucía” al cual nos convoca la Comisión de Educación del Parlamento de Andalucía. Se presentó un amplio informe en el que se recogen las grandes líneas que definen la actual situación de los niños con Dislexia en Andalucía, así como las recomendaciones oportunas para intentar cambiar el estado actual de la cuestión. Incidimos especialmente en la necesidad de adecuar la Atención a la Diversidad a la actual LOE, así como, fundamentalmente, en la necesidad de dedicar tiempo y recursos a la formación del profesorado y los orientadores sobre este problema tan común en la escuela. Se planteó también el buen momento actual para desarrollar e impulsar el uso de las nuevas tecnologías en el aula, alternativa de gran utilidad no sólo para los niños con Dislexia sino para todos los alumnos. Podemos decir que nuestras demandas han sido expuestas y escuchadas en sede parlamentaria. Ahora nos toca hacer el seguimiento a esta iniciativa para que nuestros esfuerzos acaben redundando en el sistema educativo y, en definitiva, favoreciendo el desarrollo cognitivo y emocional de nuestros hijos.

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Conferencia en Marbella

El pasado 15 de enero tuvo lugar en Marbella, en el IES Río Verde la charla informativa que nuestra asociación ofrece a cualquier centro educativo que tenga interés por el problema de la Dislexia.
En primer lugar quiero agradecer la participación de Josefina Feliu, Presidenta de la Asociación Amigos de la Dislexia de Marbella que se encargó de las gestiones para poder realizar el acto en el mencionado Instituto. Y el mayor agradecimiento para Juan Luis Luque, asociado en nuestra Asociación Andaluza de Dislexia y colaborador imprescindible en este tipo de charlas.
Asistieron al acto tanto familias como profesionales del mundo de la educación en Marbella, así como representantes de la Federación de AMPAs de la zona, lo cual es una buena noticia ya que las asociaciones de padres pueden ser una vía interesante para que la información sobre la Dislexia llegue directamente a las familias de los niños con Dislexia.
No faltó incluso algún político local y miembro del Ayuntamiento de Marbella, sensible al sufrimiento que conlleva las dificultades de aprendizaje en la escuela.
A todos, gracias por su participación y os animo a seguir difundiendo la existencia de la Dislexia como dificultad específica de aprendizaje, bien diferenciada de otras entidades patológicas más o menos afines.

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El Defensor del Ciudadano apoya la dislexia como discapacidad

El Defensor del Ciudadano de la Diputación de Málaga, Francisco Gutiérrez, manifestó esta mañana su apoyo a la Asociación Andaluza de la Dislexia con la presentación de una carta abierta dirigida a la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía y en la que se solicita que la dislexia sea reconocida como discapacidad en el sistema educativo vigente. Dicha carta, remitida desde la Asociación Andaluza de la Dislexia, tiene la intención de que el problema de la dislexia sea tratado de manera adecuada dentro del sistema educativo ya que en la actualidad se trata de una enfermedad no reconocida como discapacidad y que da lugar a un alto porcentaje de fracaso escolar. En este sentido, en torno a 12.000 niños escolarizados en nuestra provincia sufren este problema, contribuyendo a provocar un futuro fracaso escolar.

“Desde la Oficina del Defensor del Ciudadano de la Diputación apoyamos y nos solidarizamos con esta iniciativa para que la dislexia sea debidamente tratada en los colegios”, apuntó Francisco Gutierrez. Asimismo, el Defensor del Ciudadano aseguró que “una gran parte del fracaso escolar viene motivado por el desconocimiento hacia esta enfermedad y por no estar reconocida como una discapacidad dentro de nuestro sistema educativo al no tratar a estos niños de la manera más adecuada en su aprendizaje”.
Por su parte, el presidente de la Asociación Andaluza de Dislexia, Jesús Gonzalo, subrayó que el objetivo fundamental de la carta es sensibilizar y poner en conocimiento de la sociedad la dificultad que conlleva la dislexia en los personas afectadas, ya que desde el propio y actual sistema educativo se la trata como una gran desconocida. “De este modo, los niños con dislexia suelen pasar desapercibidos, aun tratándose de niños inteligentes y muy creativos, repitiendo cursos sin tener por qué y englobando las cifras de fracasos escolares”, señaló Jesús Gonzalo. “Así, el sistema educativo respecto a esta dificultad se cae ya que no trata al disléxico de manera diferente y se trata de un niño que debe aprender con unos medios especializados y adecuados, por lo que el problema radica en una mera cuestión de metodología”, añadió el presidente de esta asociación.
Para el docente e investigador Juan Luis Luque, que también acudió al acto, es necesario dejar claro que la dislexia existe y tiene un origen genético y que no es similar la dislexia a un problema de retraso en la lectura. “Un gran problema radica en que es muy difícil llegar a un diagnóstico preciso de la dislexia y no existen medios suficientes para diferenciar esta enfermedad”, aseguró este profesor de la Universidad de Málaga.
La dislexia es un problema que tiene su origen en una desorganización en la fonología, conllevando al niño afectado a tener problemas en la separación de sílabas y en la categorización del sonido. En la actualidad hay investigaciones ya realizadas donde este tipo de problemas fonológicos se han detectado en niños de 6 y 12 meses de edad, e incluso en niños de 2 meses, pero es muy difícil distinguir los síntomas. Las manifestaciones de la dislexia radican en la sustitución y omisión de fonemas, así como en la partición de las palabras o a la inversa, tanto en la escritura como en la lectura. Es por ello, por lo que esta problemática suele confundirse con otras dificultades en el aprendizaje como es el retraso en la lectura.

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A PIE DE CALLE. Jesús Gonzalo, presidente de la Asociación Andaluza de Disléxicos: «El 10% de la población sufre algún trastorno del aprendizaje»

En muchas ocasiones, el desconocimiento provoca rechazo o incomprensión. Es el caso de la dislexia: siempre se habla de ella pero pocas veces se trata adecuadamente. Jesús Gonzalo es psicólogo y presidente de la Asociación Andaluza de Disléxicos, un experto en la materia que en esta entrevista aclara muchas de las posibles dudas.

¿En qué consiste exactamente este trastorno?

Se llama dislexia a la incapacidad de algunas personas para leer y escribir correctamente, lo que no significa que no sean personas inteligentes, simplemente que presentan una dificultad para la adquisición y uso de la lectura y la escritura.

¿Está considerada como una enfermedad?

No. Se engloba dentro de los llamados Trastornos del aprendizaje, como la discalculia, la disortografía o el Síndrome de falta de atención. Se trata de una condición neuro-biológica que, como tal, marca al individuo durante toda su vida.

¿Cómo se puede diagnosticar?

Es bastante difícil porque no podemos detectar el problema entre los más pequeños hasta que no empiezan a trabajar con la lectura, con lo cual, cuando se detecta (en torno a los 7-8 años) el niño ya lleva dos años de desfase. Aunque antes podemos detectar algunos signos de alerta como la confusión de fonemas, lectura de dos palabras como una sola, o la inversa.

¿Cuál es el tratamiento en este caso?

Se trata de que el afectado y su familia comprendan la situación en la que se encuentra y procuren que la persona acepte el problema y se sienta bien. No se debe agobiar a estos niños ni exigirles lo mismo que al resto puesto que ellos, debido a su dificultad, necesitan otros métodos pedagógicos. Simplemente necesitan otro sistema que se adapte a sus circunstancias.

¿Se sabe el porcentaje de personas afectadas?

Se calcula que, aproximadamente, el 10% de la población (incluyendo aquí a niños y a adultos) padece algún trastorno del aprendizaje, como la dislexia. O sea, que estamos hablando de un porcentaje bastante considerable. De hecho, se trata del trastorno más frecuente en la escuela, pero el menos conocido.

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«Si el colegio no funciona como debe, el drama se traslada a casa»

Un caso de dislexia. Rosa Satorras, madre de dos disléxicos y vicepresidenta de Asandis, narra el calvario que pasaron sus hijos y reclama adaptaciones «que ni siquiera son caras»

Rosa María Satorras se define a sí misma como «normolectora» y, por supuesto, como «luchadora por sus hijos». Es vicepresidenta de Asandis (Asociación Andaluza de Dislexia) y sabe de lo que habla, ya que convive con tres disléxicos: su esposo Rafael y sus hijos Rafael (19 años) y Arturo (17). «Mi marido no supo nunca que era disléxico, tenía problemas escolares diversos pero en aquellos años no se diagnosticaba; hoy día es doctor en Derecho», cuenta Rosa dando a entender, con razón, que no hay motivo para desdeñar a las personas por lo que simplemente es un problema de lectura y escritura.

Sólo tras tener descendencia fue consciente la familia de lo que se cocía en casa: «Yo no sabía ni que existía la dislexia. Empecé a darme cuenta cuando el mayor mostraba dificultades con la lateralidad, era muy torpe a nivel motriz y con la escritura y la lectura no había forma. Pensé que pasaba algo y lo llevé al oculista y le pusieron gafas pero no tenía grandes problemas de vista. Luego le miraron la audición y estaba bien, y la capacidad intelectual, y estaba estupendo», relata antes de dar con la clave: «Lo llevé a un logopeda y tampoco. Hasta que por fin un gabinete psicopedagógico me dijo que mi hijo era disléxico. Estaba en 5º de Primaria», recuerda Rosa, que por entonces ya vivía un calvario: «Tuve que sacarlo del colegio porque sufría acoso».

Por fortuna, todo cambió al entrar en el colegio Calderón de la Barca: «Les cambió la vida para bien. Al mayor le salvaron la vida: entró como una piltrafa, desintegrado como persona, y en 4º de la ESO era uno de los mejores de la clase y estaba muy bien valorado por los compañeros. Simplemente el colegio hizo lo que tiene que hacer», explica esta sevillana, que pronto reviviría el drama: «El pequeño estaba consolidando el proceso de lectura pero ya veía yo cosas raras. Estaba en 2º de Primaria, lo cogieron pronto y avanzó muchísimo más porque las conexiones neuronales todavía no están cerradas en esa edad», cuenta aliviada.

Rafael, el mayor, está terminando en la actualidad el Ciclo Formativo Superior en Gestión Forestal y del Medio Natural en el instituto Virgen de los Reyes: «Todo va por apuntes y se vale de una grabadora, pero tiene que dedicar muchísimo más tiempo que los demás. Y lo peor es cuando le dan apuntes fotocopiados», se queja la madre.

Arturo, el menor, ha empezado el Bachillerato en el Centro Itálica, «con muy buenas adaptaciones que le ayudan a superar con éxito los exámenes». Por otra parte, ambos han superado sus problemas de psicomotricidad de forma sencilla gracias a la práctica del judo.

Por su experiencia, Rosa sabe dónde está el quid de la cuestión: «El sistema educativo adolece de falta de formación y de mucha desinformación y eso provoca que no se diagnostique. Se les considera vagos, tontos, cuando lo único que tienen es un problema de lectura y escritura», recalca. Un problema que se puede mitigar con las adaptaciones idóneas: «La inmensa mayoría de la evaluación es a base de exámenes escritos y eso añade una tremenda dificultad, ya que el disléxico expresa muy mal lo que sabe, con lo que el resultado es un desastre. En cambio, si le preguntan oralmente no tiene problemas».

Materiales adaptados

Así, la solución pasa por «proporcionarles los libros en formato digital, ya que aprenden escuchando. Los colegios tienen que pensar que los materiales deben ser diferentes pero esos materiales existen, no pedimos nada de ciencia ficción». Y pone un ejemplo: «En geografía, como tienen problemas espaciales, si les ponen un mapa mudo no encuentran nada. La solución es utilizar mapas interactivos», razona antes de afirmar: «Son medidas que ni siquiera son caras, es cuestión de voluntad».

Su reivindicación está plenamente justificada: «Las madres nos convertimos en lectoras, ayudantes, psicólogas, maestras…. tenemos que sustituir todo lo que el sistema educativo no hace. El drama de la escuela se traslada a casa y se multiplican los problemas familiares». Y es que cuando en el colegio no se trabaja adecuadamente, el problema inicial se acentúa y se agrava y los efectos son devastadores a todos los niveles: «Un niño que no sabe leer a los 14 años no tiene autoestima, se siente inútil. El problema educativo se convierte en uno de personalidad, ya que deviene en depresión». Y, aunque han pasado lo peor, nunca llega la normalidad: «Esa cicatriz no se cierra, tienen el alma tocada. La inseguridad la arrastrarán siempre».